El desconocimiento de la democracia o la falta de educación cívica (lo que no se conoce no existe).
El INJUV recientemente dio a conocer una encuesta realizada entre jóvenes de 18 a 29 años que arrojó cifras preocupantes que evidencian mucha ignorancia de este grupo etario sobre el sistema político chileno. Por ejemplo, el 76% no sabe cómo se elije al Presidente de la República, el 70% no sabe lo que es el sistema binominal. Pero las cifras más preocupantes son las que dicen que entre el 51 y 54% de los jóvenes señala que le interesa poco o nada el sistema electoral chileno o quién sea elegido alcalde en su comuna, un 49% señala que no es posible influir en la política, un 45% que no irá a votar en las municipales y un 17% que quizá lo hará.
Es decir, los jóvenes chilenos mayoritariamente desconocen cómo están diariamente influidas sus vidas y el país por el sistema político que nos rige. No asocian que ellos son directamente afectados por las decisiones de los poderes del Estado, especialmente por los poderes Ejecutivo y Legislativo, no saben que están compuestos por personas que son “elegidos” o “pueden ser elegidos por ellos mismos”, que en definitiva son quienes representan sus intereses. ¿Y esto a qué se debe?
Podemos ensayar varias hipótesis, todas con múltiples factores que intervienen, y en que la mayoría del “mundo informado” coincide en cuáles son las causas para esta suerte de “apatía juvenil” por los temas de participación ciudadana. El propio Ministro de Desarrollo Social de quien depende el Injuv, Joaquín Lavín, señaló sobre la encuesta: “Acá hay que hacer algo permanente, que tiene que ver con las horas de educación cívica en Educación Media, porque hay mucho desconocimiento. Lo segundo, es una campaña 30 días antes de la elección que realizará el Injuv para llamar los jóvenes a votar. Normalmente la elección municipal motiva más, porque son problemas locales, y va a ser una prueba de fuego para la elección parlamentaria y presidencial” palabras en que se reconoce esta falta de educación cívica, pero al igualar esta carencia con una campaña antes de la elección como solución para entusiasmar a los jóvenes a votar, me parece trivializar un problema muy grave; y que se propongan soluciones cosméticas que no van a cambiar el problema de fondo, pudiera interpretarse como no querer que las cosas cambien. O tal vez puede ser evidencia de que ni nuestras autoridades conocen bien el concepto de educación cívica, algo que no se compra, ni se aprende de la noche a la mañana.
De todos los muchos factores y causas que pueden estar influyendo en esta falta de interés y en el desconocimiento de nuestros jóvenes sobre los procesos eleccionarios, trataré sólo uno, el factor Educación Cívica, porque creo que como país es algo que nos hace falta con urgencia, a pesar de que es un componente que debe estar en la base de la pirámide educacional.
En nuestro país no tenemos una cultura de educación cívica como conductas a enseñar en la educación básica y como asignatura formal y obligatoria para todas y todos en nuestra enseñanza media.
Sabemos que en Chile tenemos una democracia representativa, es decir nos rige “un régimen político que implica no sólo una forma de gobierno y estructura económica social, sino también valores, actitudes y conductas democráticas”. “El fundamento de la democracia es el reconocimiento de la dignidad de la persona humana. Las personas son libres y conscientes de su libertad, tienen la facultad de decidir y elegir.” (Biblioteca Congreso Nacional).
Jóvenes y Elecciones 2012
El desconocimiento de la democracia o la falta de educación cívica (lo que no se conoce no existe).
Pero, ¿dónde los chilenos aprendemos el significado de estos conceptos?
La respuesta común sería que se aprende en el ramo de Educación Cívica, pero hoy esta asignatura no está explícitamente señalada en los programas obligatorios que exige el Ministerio de Educación, como es en otros países. Por ejemplo, la Unión Europea exige que se enseñe en todos los cursos secundarios (Educación para la Ciudadanía), otros países como EEUU la tienen integrada desde la enseñanza básica, y otros fuertemente en las asignaturas de Historia y Geografía. La mayoría de los países occidentales con regímenes democráticos enseñan desde la educación primaria qué es una Constitución Política, la importancia de la Democracia y de la Política, qué es ser ciudadano y los derechos y deberes que implica, así como la importancia de expresar la opinión a través del voto y el derecho a ser elegido y a elegir.
A la luz de las encuestas del INJUV, todo lo anterior en Chile no existe o se está entregando muy mal, sin los resultados que debieran tenerse en una juventud informada y educada.
El gran riesgo, y que representa un peligro letal para la democracia, es un país con ciudadanos que no tienen claro sus derechos ni sus obligaciones, porque pasa a ser terreno fértil para que fácilmente sean ciudadanos a los que se les confunda o anule su participación, o se les manipule, o se les haga creer en discursos simplistas o populistas, entre otros muchos vicios sociales que implica este desconocimiento.
La política es una actividad necesaria y noble en democracia, y los políticos son quienes los ciudadanos libremente han elegido para que los representen. Quienes se marginan de estos procesos están entregando más poder justamente a aquellos que ellos mismos detestan porque no traen los cambios que se esperan, ¿y esto por qué?
Siendo reiterativa, creo que Chile necesita incluir obligatoriamente programas de Educación Cívica que enseñen realmente los conceptos que cada uno debe saber y tener como mínimos incorporados, que efectivamente se enseñen los valores y conductas que significan vivir en democracia, para así poder decidir responsablemente. Mientras no todos tengan acceso a la cultura cívica, a la “Educación cívica”, se mantendrán las inequidades que nos tienen con records mundiales de desigualdad social.
¿Pero qué es la Educación Cívica?
Es un proceso mediante el cual se enseñan los valores y las conductas que requieren las relaciones en sociedad, y se promueve una cultura de conocimiento y comprensión de las normas que rigen esa sociedad y de participación en ella. Es claramente un “proceso”, es decir, “una acción de avanzar e ir hacia adelante”, por lo que hay un transcurso de tiempo y fases sucesivas de un fenómeno para llegar a un resultado.
La formación de valores y conductas busca que se aprenda a fortalecer y participar en sociedad, a ser cada uno protagonista, en definitiva, a aprender a influir en el destino propio y en el de los demás en razón de expectativas y realidades comunes. Mediante el conocer se aprende a interpretar y a desarrollar un análisis crítico de la democracia y del papel de los ciudadanos, con lo que se fomenta la colaboración y participación en actividades cívicas para el mejoramiento de la misma sociedad de la que se es parte.
La educación cívica enseña lo que es una democracia, sus virtudes, enseña que siempre es posible mejorarla, da a conocer sus características, como por ejemplo qué es una Constitución Política, qué es el bien común, qué es un estado de derecho, qué significa el pluralismo político e ideológico, qué es el gobierno de la mayoría con respeto al derecho de las minorías, qué son las libertades políticas en los procesos electorales (elecciones libres, voto universal, secreto, personal, igual y debidamente informado). Qué son los poderes del Estado y la razón de su separación, las fiscalizaciones y controles en un estado de derecho. Qué son los cuerpos intermedios y su importancia en la sociedad, etc.
Entonces, si todos supiéramos con claridad que somos constructores de nuestro propio destino, que podemos cambiar lo que no nos gusta del sistema político en términos pacíficos, que votar por un candidato u otro en cualquier elección no significa lo mismo, que yo tengo poder de decisión y a la vez una obligación ética de decidir qué creo es mejor para todos, seguramente hoy tendríamos un escenario muy distinto y estaríamos pendientes del voto joven, pues estaríamos seguros que querrían cambiar todo a través del voto.
Por eso insisto, necesitamos Educación Cívica en nuestros colegios, escuelas y liceos, así nuestros jóvenes serán críticos de los sistemas con bases y fundamentos, y también nos exigirán a los más grandes (adultos) a cuidar la democracia de verdad.
Si desde la enseñanza básica, como es en la mayoría de los países con regímenes democráticos, se inculcan valores basados en conductas, en formas de actuar cotidianas, como por ejemplo la dignidad humana sin discriminación, la libertad como valor inherente a todos unido al respeto a sí mismo y a los demás, la igualdad en dignidad y derechos; y posteriormente en la Enseñanza Media mediante asignaturas formales se enseñan los conceptos y principios que rigen la convivencia social, seguramente las estadísticas dadas a conocer por el INJUV serían muy distintas y tal vez podríamos llegar a estar extrañados de la tan alta participación de hombres y mujeres jóvenes que quieren definir a través del voto los caminos y rutas de sus comunas y del país.
Lo que no se conoce, no existe, por lo tanto si algo no conozco, no puedo utilizarlo, ni defenderlo, ni cambiarlo, porque simplemente no existe para mí. Por lo tanto, no podemos culpar y condenar a nuestra juventud por su apatía por la política, o por su falta de interés en participar en procesos eleccionarios esenciales en una democracia representativa, pues no conocen de qué se trata, entonces difícilmente pueden verlo.
La responsabilidad cae en aquellos que sí conocemos y sabemos que la Educación Cívica existe, y que queremos sociedades mejores a la nuestra para el futuro, y sólo cuando nosotros hayamos entregado la educación cívica como parte del proceso cultural y educacional de todos, recién ahí tendremos derecho a extrañarnos por los resultados de una encuesta.
Teresa Rey.
Publicado en la Pagina Web:
http://www.momwo.com
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