Estar feliz es un camino que se construye a diario. Acá le contamos
las claves para que esta sensación sea perfectamente alcanzable de manera
sostenida en el tiempo, y no se limite a una mera ilusión de pequeños momentos
aislados y pasajeros.
Alcanzar la felicidad pareciera ser la meta final de todas las
personas.
El camino que cada uno emprende para conseguirlo no cuenta con una
ruta establecida y en muchas ocasiones resulta ser una tienta a ciegas de
ensayo y error que junto con el crecimiento personal va dando luces de aquellas
cosas que nos hacen sentido y entregan mayor plenitud.
Dada la diversidad que tenemos como seres humanos no es posible
establecer recetarios estándar e infalibles para la felicidad, lo que abre las
opciones para su búsqueda (y hallazgo) en procesos espirituales, intelectuales,
psico-afectivos, esotéricos y tantos otros. No obstante, esta variedad de
caminos y la falta de recetarios de vida, se han encontrado ciertos criterios
que nos ayudan a estar felices.
¿Cuáles son estos factores?
Hacer las cosas porque “hay
que” o por “deber” es una forma de desangrar la motivación de nuestros días.
Nuestro llamado personal es a dejar de hacer lo que “tenemos que hacer” y
comenzar a hacer aquello que amamos y nos apasiona
Emociones positivas: Tener
emociones positivas es clave para una vida feliz.
Vivir amargados y viendo siempre el vaso medio vacío no nos ayuda a
construir una atmósfera de optimismo y oportunidades. Disfrutar de las cosas y las
personas que nos hacen bien, teniendo una actitud que promueva las emociones
positivas será clave en nuestro camino para ser felices.
Sociabilidad: Los seres humanos somos
inherentemente sociales. Nos constituimos en nuestra interacción con los demás,
por lo tanto tener una vida social sana y amplia es parte constitutiva de una
vida plena. Amistades con quien no sólo divertirse sino que crecer
positivamente y construirnos de manera crecedora será una dimensión que aporte
a nuestra felicidad permanente.
Trascendencia: Cuando nuestra vida y
sus acciones tienen un sentido y cobran propósito, nuestros días nos motivan,
nos despiertan y deslumbran, porque sentimos que cada acción trasciende para
nosotros y para nuestro entorno. Hacer cosas en vano o sin sentido nos vacía,
mientras que la trascendencia entrega perspectiva a lo cotidiano llevándolo a
un plano más perdurable y claramente de mayor gratificación.
Acción con pasión: Hacer las cosas porque
“hay que” o por “deber” es una forma de desangrar la motivación de nuestros
días. Nuestro llamado personal es hacer aquello que nos apasiona, que nos
motiva, que despierta nuestra creatividad e instinto creador. Dejar de hacer lo
que “tenemos que hacer” y comenzar a hacer aquello que amamos y nos apasiona
nos entregará una nueva perspectiva de la vida y nosotros mismos, mucho más
cercana a la plenitud y el auto-desarrollo.
Religión y/o espiritualidad: Nuestra
conexión con la espiritualidad y un ser superior, ya sea por medio de la
práctica religiosa y otro camino que haga sentido a cada uno, nos entrega un
soporte mayor, una red de apoyo interna que nos sostiene y entrega esperanza en
el día a día. El estar al lado de un ser mayor y protector nos acompaña en los
momentos complicados y nos permite dar gracias en los días buenos.
Estar feliz es una decisión de vida posible de alcanzar de manera
sostenida en el tiempo, y no la ilusión de pequeños momentos aislados y
pasajeros que se escapan entre las manos mientras vivimos corriendo tras ellas.
Si bien es un camino diario y permanente, también es alcanzable y con certeza
vale la pena intentarlo con el ímpetu que significa tener una vida plena y
realizada.
Isaias Sharon.
Psicologo Organizacional
Ex-Pdte y Fundador de Chilejoven